Primer Festival de la Tierra, espacio para sentirse parte de ella
Texto y fotos: Víctor Ibarra
El sonido del caracol marcó el inicio del Primer Festival de la Tierra, que congregó a más de 500 personas en el Parque Agroecológico de Zapopan el 22 de abril en el Día Mundial de la Tierra, quienes disfrutaron de una gran variedad de actividades, como talleres sensoriales y prácticos, conversatorios, exposiciones, música en vivo, entre otras cosas.
Reunidos todos en círculo alrededor de un monte de tierra, Javier Rodríguez, de IMDEC y de la Red Mesoameri-Kaab, parte del colectivo organizador del evento, les dio la bienvenida y los invitó a sentirse parte de la Tierra, para así protegerla cada día. Les pidió a todos que tomaran un puño de tierra y de la mano de Gabo se hizo el saludo a los elementos de Naturaleza, y la ceremonia de apertura “Danza de la Tierra”, donde todos aprendieron las danzas ancestrales.
“Con esta celebración del Día de la Tierra admitimos la responsabilidad colectiva, de fomentar la armonía con la naturaleza y la Madre Tierra para alcanzar el equilibrio justo entre las necesidades económicas, sociales y medioambientales de las generaciones presentes y futuras”, dice en la página del festival, organizado por un grupo de organizaciones y colectivos, como son: IMDEC, la Red Mesoameri-Kaab, Colectivo Teocintle, CIPTEV, Escuela Campesina, Coy-MX, Colectivo Tzenzontle, Bioletah Cosmética Natural, Escuela para Defensoras de Derechos Humanos y Ambientales Benita Galeana, SaberEs Naturaleza AC, Laboratorio de Narración Emocional.
Aquí en Guadalajara, la Tierra recibió su homenaje, pero no es un homenaje de un solo día, sino es una lucha constante que día a día estas organizaciones y personas hacen en favor de ella, desde sus distintas trincheras, ya sea desde la formación, de la información, de la defensa del territorio, de la creatividad, de la recuperación de saberes.
La tierra como elemento primordial de este festival, se vio transformada en materia prima para los talleres que se impartieron: Taller de construcción de hornos de adobe, en el que uno a uno fueron formándose ante la mirada y la participación del público; Taller de bahareque, con gran participación del público, quienes descubrieron uno de los sistemas constructivos más antiguos de Mesoamérica; Taller de mascarillas de barro, donde con diversión, se mostraron las grandes cualidades de ese material para beneficio de la piel; Taller sensorial, niñ@s, jóvenes y adultos, pudieron “tocar, oler, escuchar, probar, sentir las tierras y dejar volar la imaginación”; Taller de Huerto Urbano y Herbolaria, donde se aprendió a que es posible proveerse uno mismo en su casa de frutos de la tierra que se trabaja; entre otros talleres.
Hubo otros talleres y actividades donde la imaginación, la creatividad y la conciencia crítica estuvieron presentes, como fue el Taller de Cuentacuentos, donde a través de la palabra y la actuación, Gabo y su compañero, llevaron al público a mundos lejanos y divertidos, mundos llenos de colorido y sonidos, mundos posibles e imposibles.
Bajo el cobijo de árboles frondosos, por donde el inclemente sol se colaba entre las ramas, estuvo el tianguis de productos regionales, tales como chocolate artesanal, dulces, tortillas, así como obras artísticas, libros, juegos interactivos, y otros.
Al finalizar, un grupo de ciclistas hicieron una rodada hacia el centro de la ciudad, con el sentido de promover el mayor uso de la bicicleta como medio de transporte y no sólo de diversión o deporte.
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