Fundado en 1963 su objetivo es aportar desde la Educación y la Comunicación Popular a la defensa del territorio, a la fundación de la democracia y a la vigencia de los derechos humanos
Texto y fotos: Romina Martínez
Del 25 al 27 de abril, en La Trinitaria, Chiapas, se llevó a cabo el 2do Encuentro e Intercambio de Experiencias Transfronterizas, en el marco del proceso de Acción Sociopolítica para la Defensa de la Tierra y el Territorio, facilitado por el Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (IMDEC) en cinco regiones de México y Guatemala: la Región Sur-Sureste de Coahuila, la Región P’urhepecha en Michoacán, la Región Altos de Chiapas, la Región Frontera en Chiapas y la Región Sierra de los Cuchumatanes en Guatemala. El proceso, planteado a 5 años (2018-2022), busca acompañar el fortalecimiento de organizaciones y colectivos sociales a través de la formación político-pedagógica y metodológica.
Participamos en este 2do Encuentro más de 75 personas, entre ellas representantes de la Coalición Indígena de Migrantes de Chiapas (CIMICH), del Payxail Yajaw Konob’ Akateko, Chuj, Popti’, Q’anjob’al/Gobierno Ancestral Plurinacional, del colectivo de jóvenes Chuj-Q’anjob’al Akib’al, así como de la Organización Campesina Emiliano Zapata-Coordinadora Nacional Plan de Ayala (OCEZ-CNPA Chiapas) quienes fueron, por cierto, maravillosas y maravillosos anfitriones. Se contó, además, con el apoyo solidario y la participación de Voces Mesoamericanas-Acción con Pueblos Migrantes, organización aliada, y de la Mesa de Coordinación Transfronteriza Migraciones y Género Guatemala-México, espacio de articulación del que formamos parte como IMDEC y en el que también participan la CIMICH, el Gobierno Ancestral Plurinacional y Voces Mesoamericanas, entre muchas otras organizaciones de ambos lados de la frontera.
Ya el año pasado las organizaciones participantes de esta actividad nos habíamos conocido -y reconocido- en un 1er Encuentro e Intercambio de Experiencias Transfronterizas realizado en la ciudad de Huehuetenango, en Guatemala, del 29 de noviembre al 1 de diciembre de 2018. En esta ocasión, el ejido de Rubén Jaramillo, municipio de La Trinitaria, en Chiapas, nos recibió con brazos y corazones abiertos; este ejido celebra este año, por cierto, 25 de existencia y su fundación refiere directamente a la lucha por la tierra y la libertad, al tratarse de un territorio recuperado en el histórico año de 1994.
La finalidad central de este 2do Encuentro fue comenzar un proceso agroecológico sostenido de 2019 al 2022, con el fin de que las y los participantes reduzcan los costos de producción, aumenten el volumen y mejoren la calidad de los alimentos cultivados, lo cual buscamos mejore su alimentación, su salud y la de la Madre tierra, así como las economías locales.
En esta actividad nos concentramos en particular, por un lado, en el reconocimiento de las tierras y su entorno, por ejemplo el tipo de tenencia de la tierra, identificación de los elementos vitales y la biodiversidad, lo que se cultiva y se ha cultivado, y todas las prácticas relacionadas a este punto. Por otro lado, a partir de los saberes y experiencias de las y los participantes, construimos de manera colectiva una metodología para el análisis del suelo y su regeneración. Nos apoyamos en la cromatografía que es un “análisis del suelo integral” a través de los colores, que permite el diagnóstico y acompaña su tratamiento por el propio campesino y campesina, cultivadores de la vida y del color; así, descubrimos con los cromas que obtuvimos que “hay un sol en el suelo”. La intención del análisis realizado fue saber cómo está nuestro suelo y diseñar estrategias para mantenerlo cuando está sano o regenerarlo, en caso de ser necesario, con técnicas agroecológicas.
Así como una madre tiene necesidades antes, durante y después de parir, en este Encuentro aprendimos que no sólo debemos enfocarnos en las semillas y en los frutos, sino que también debemos prestar especial atención al suelo -la tierra, que es nuestra Madre- y a sus necesidades; se trata pues de una visión integral y agroecológica de nuestra práctica campesina.
Al reencontrarnos reafirmamos, como en el Encuentro anterior, que las fronteras son construcciones arbitrarias y sin sentido, y nos sentimos felices de desafiarlas al lograr reunirnos todas y todos; también nos alegró recordar que es mucho más lo que tenemos en común que lo que nos separa. Somos pueblos hermanos; somos, de hecho, un mismo pueblo.
Finalmente, reunirnos nuevamente nos permitió recordar que las risas y la fiesta son parte fundamental de nuestras luchas y también de nuestra vida cotidiana. En esta ocasión, celebramos nuestra amistad, nuestra fuerza y nuestros logros brindando con pox, bebida ceremonial maya elaborada con maíz. También tuvimos la grata sorpresa de contar con una marimba, en la que pronto compañeros y compañeras de un lado y otro de la frontera comenzaron a tocar en sintonía: “al final me di cuenta de que no importa de dónde seamos todas y todos tocamos el mismo son”, dijo un compañero. Y de eso se trata, precisamente, de que así en la marimba como en la lucha por la defensa de la tierra y el territorio, logremos estar en sintonía: rompiendo fronteras impuestas, tocando juntas y juntos el mismo son.
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